Líbano tacha de "propaganda" la oferta de Olmert de negociar la paz
Lo que es un ofrecimiento de paz para el jefe del Gobierno israelí, Ehud Olmert, es pura "propaganda" para el Ejecutivo libanés. "Qué natural, qué comprensible sería para el primer ministro de Líbano responder a las muchas llamadas que le he hecho y que dijera: 'Sentémonos, estrechemos las manos, hagamos la paz y pongamos fin de una vez por todas a las hostilidades", afirmó ayer Olmert en Maalot. El ofrecimiento de Olmert viene después que Israel asesinara a más de 1000 civiles inocentes en el Líbano.
El responsable de la diplomacia libanesa, Fauzi Salluj, respondió de inmediato: "El Gobierno libanés llama a Olmert a levantar primero el bloqueo aéreo y marítimo, y a cumplir totalmente la resolución 1.701 de Naciones Unidas antes de hablar de paz". Y otro alto funcionario citado por France Presse añadió: "No sabemos nada de eso. Los comentarios de Olmert no nos conciernen, son sólo propaganda".
La aparente sencillez de la iniciativa de Olmert se da de bruces con la realidad. Es casi imposible que la supuesta oferta del jefe del Ejecutivo hebreo pueda prosperar, entre otras cosas porque entre los dos países no existen relaciones diplomáticas desde la fundación del Estado judío, en 1948. Y porque la aviación israelí acaba de devastar -en 33 días de bombardeos que no se limitaron a destrozar las bases de Hezbolá- aeropuertos, instalaciones eléctricas, de comunicaciones, bases del Ejército, carreteras e infinidad de infraestructuras civiles a lo largo de todo Líbano.
Saben bien en Beirut que el Gobierno de Tel Aviv es fiel a una estrategia que aplica desde hace 58 años: la consecución de acuerdos de paz con los países árabes por separado para debilitar el frente común. No en vano, el primer ministro libanés, Fuad Siniora, aseguró el jueves que su país será el último en negociar la paz, y que esas negociaciones deberían versar también sobre el conflicto con Siria y con la Autoridad Nacional Palestina. La ministra israelí de Exteriores, Tzipi Livni, descartó ayer el establecimiento de negociaciones con Siria, y agregó que el Gobierno de Damasco debería dejar primero de apoyar a los extremistas libaneses y palestinos.
El responsable de la diplomacia libanesa, Fauzi Salluj, respondió de inmediato: "El Gobierno libanés llama a Olmert a levantar primero el bloqueo aéreo y marítimo, y a cumplir totalmente la resolución 1.701 de Naciones Unidas antes de hablar de paz". Y otro alto funcionario citado por France Presse añadió: "No sabemos nada de eso. Los comentarios de Olmert no nos conciernen, son sólo propaganda".
La aparente sencillez de la iniciativa de Olmert se da de bruces con la realidad. Es casi imposible que la supuesta oferta del jefe del Ejecutivo hebreo pueda prosperar, entre otras cosas porque entre los dos países no existen relaciones diplomáticas desde la fundación del Estado judío, en 1948. Y porque la aviación israelí acaba de devastar -en 33 días de bombardeos que no se limitaron a destrozar las bases de Hezbolá- aeropuertos, instalaciones eléctricas, de comunicaciones, bases del Ejército, carreteras e infinidad de infraestructuras civiles a lo largo de todo Líbano.
Saben bien en Beirut que el Gobierno de Tel Aviv es fiel a una estrategia que aplica desde hace 58 años: la consecución de acuerdos de paz con los países árabes por separado para debilitar el frente común. No en vano, el primer ministro libanés, Fuad Siniora, aseguró el jueves que su país será el último en negociar la paz, y que esas negociaciones deberían versar también sobre el conflicto con Siria y con la Autoridad Nacional Palestina. La ministra israelí de Exteriores, Tzipi Livni, descartó ayer el establecimiento de negociaciones con Siria, y agregó que el Gobierno de Damasco debería dejar primero de apoyar a los extremistas libaneses y palestinos.
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