Thursday, November 02, 2006

A 89 años de la emisión de su declaración: Balfour sigue teniendo las manos manchadas con sangre palestina

Un 2 de noviembre de 1917 el Gobierno Británico, que recién estaba asumiendo la administración de Palestina, lanzó una carta firmada por Sir Arthur Balfour en la cual manifestaba al dirigente sionista Lord Rothchild el interés de Gran Bretaña en constituir en Palestina un hogar nacional para el “Pueblo Judío”. En aquel momento, el sionismo era aún incipiente y no lograba tener la aprobación de la mayoría de los judíos en el mundo quienes veían el proyecto de constituir un Estado nacional como la adoración a un nuevo “becerro de oro”.

Sin embargo, el lobby sionista en Gran Bretaña había conseguido el permiso para que miles de judíos europeos comenzaran a emigrar a un país que ya estaba habitado.
La declaración Balfour de 1917 es considerada hoy el primer pilar sobre el cual se sustenta la “legitimidad” del Estado de Israel, sin embargo, la carta manifiesta un racismo muy propio del espíritu europeo de comienzos del Siglo XX, mostrando un apoyo al sentir del sionismo que pretendía ser “la vanguardia de la civilización frente a la barbarie oriental” (Herzl, El Estado Judío).

Pero además, la declaración contiene un elemento bastante ridículo. Explica que, si bien Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las “comunidades no judías existentes en Palestina”. Fíjese bien: las “comunidades no judías de Palestina” representaban en 1917 el 90% de la población y sólo fue reducida a un 70% a través de continuas migraciones sionistas hasta 1948, momento en que se funda el Estado de Israel.

Gracias a la Delaración Balfour del 2 de noviembre de 1917, el sionismo adquirió una legalidad que hasta entonces no tenía. Pudo aspirar a exterminar a la población nativa de Palestina con el beneplácito de las autoridades británicas y con la complicidad de una Europa racista que por entonces agudizaba los progroms contra los judíos en sus propios Estados.

Detrás de la Declaración Balfour se esconde una política histórica de relaciones entre el mundo europeo y las civilizaciones islámicas. Llegado el momento de la dominación se hace uso de la invisibilización del otro. El palestino o árabe solamente existe cuando las necesidades del imperialismo le incluyen una labor que debe llevar a cabo como vasallo. Tal fue el caso de las guerras con el Imperio Turco Otomano, en la cual los árabes participaron del lado de los británicos con el fin de obtener la libertad. Sin embargo, cuando el imperio encuentra una “mejor opción”, una punta de lanza para la concreción de sus intereses en la zona, el “otro” vuelve a ser lo que siempre ha sido: bárbaro, irracional, terrorista, desordenado, corrupto, etc.

El éxito del lobby sionista en Gran Bretaña traería un siglo de injusticias para el Pueblo Palestino. En efecto, tras la consecución de la máxima aspiración de esta ideología, la creación del Estado de Israel, 600.000 palestinos fueron exiliados, a los cuales debemos sumar 700.000 más en 1967, los cuales conforman hoy un universo cercano a los 4 millones de refugiados quienes aún no pueden retornar a sus hogares ocupados por sionistas.

Las guerras, la ocupación militar, la colonización ilegal, los muros del apartheid, el odio sectarista y la barbarie del terrorismo de Estado israelí no pueden ser atribuidas a este hombre simplemente como una causa efecto. Sin embargo, su nombre ha quedado en la historia de la humanidad como uno de los principales promotores de la conformación de un problema insoluble, que ha costado la vida a miles y miles de personas.

A Arthur Balfour, así como a toda la administración británica de aquella época, le cabe la responsabilidad de haber causado un horror sin excusas. Hoy, el gobierno de Inglaterra sigue las mismas lineas políticas de antaño, pero esta vez bajo el alero de Estados Unidos. Ambos siguen ocupando Iraq e influyen de manera determinante en el sostenimiento del Estado de Israel sobre la Palestina Histórica.

A continuación, les presentamos integramente la Declaración Balfour, tal como entregada a Lord Rothchild, financista del sionismo a comienzos del Siglo XX:

En Inglés: Dear Lord Rothschild,

I have much pleasure in conveying to you, on behalf of His Majesty's Government, the following declaration of sympathy with Jewish Zionist aspirations which has been submitted to, and approved by, the Cabinet.

«His Majesty's Government view with favour the establishment in Palestine of a national home for the Jewish people, and will use their best endeavours to facilitate the achievement of this object, it being clearly understood that nothing shall be done which may prejudice the civil and religious rights of existing non-Jewish communities in Palestine, or the rights and political status enjoyed by Jews in any other country.»
I should be grateful if you would bring this declaration to the knowledge of the Zionist Federation.
Yours sincerely,
Arthur James Balfour

En Español:
Estimado Lord Rothschild:

Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.

«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»

Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.
Sinceramente suyo,
Arthur James Balfour.

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