Wednesday, October 11, 2006

La Intifada

(Fuente: Unión General de Estudiantes Palestinos, www.ugep.cl)

A mediados de los ochenta la situación en los territorios ocupados no era muy distinta a lo ocurrido en la década anterior. Por un lado existía un gobierno militar de ocupación que controla y estrangula la vida del pueblo palestino, y por el otro se mantiene una política continua de colonización, confiscación y construcción de asentamientos tanto en la Franja de Gaza, como en la Cisjordania. Esto lleva inevitablemente a un levantamiento popular o Intifada en contra de la ocupación israelí.

La Primera Intifada surgió en diciembre de 1987, en Gaza (al sudeste de Palestina) luego de un choque intencional de un camión de un colono israelí contra un vehículo que llevaba a 13 trabajadores, muriendo 4 de ellos y quedando heridos el resto. Esto llevó a que los habitantes del campamento de refugiados de Yabalia (hoy conocido como “Campamento de la Revolución”) apedrearan el local del Gobernador militar israelí, donde se produjo el primer enfrentamiento y cayó el primer mártir de la Intifada : Hatem El Sisi, de 17 años.

Este levantamiento se generalizó en todos los Territorios Ocupados, llegando a tener formas tan organizadas, como la construcción de una base política y social para el mantenimiento del movimiento que legitimó en todo el mundo la utilización de todos los medios al alcance para la lucha de liberación Palestina, fortaleció un enjambre de agrupaciones gremiales a nivel nacional (trabajadores, estudiantes, mujeres y otros sectores de la población), realizó un programa económico nacional (autoconsumo, siembra familiar, apoyo del extranjero y boicot a los productos israelíes) y que obtuvo el reconocimiento y la solidaridad internacional, llegando a lograr que el Sionismo sea catalogado como racismo junto al nazismo y al “apartheid” sudafricano.

Así se puso en jaque a toda la enorme maquinaria sionista mundial que encubría la discriminación, la represión, el exilio, la tortura y la persecución de los palestinos por todo el mundo, escudándose en el antisemitismo europeo de la primera mitad del siglo XX.

Frente a esta situación surge el Plan de Paz llevado a cabo principalmente por Estados Unidos durante los gobiernos de Bush (padre) y Clinton, como una forma de eliminar cualquier intento de autonomía u organización en los territorios ocupados. Primero vino la Conferencia de Madrid, en 1993, la que una vez que comenzó a tomar un rumbo diferente a lo “conveniente” para Israel y su protector (EEUU), fue interrumpida con la firma en la Casa Blanca de los Acuerdos de Oslo que se habían iniciado secretamente a espaldas de los negociadores de Madrid. Éste prometía la construcción de un Estado Palestino autónomo, el término de los sufrimientos de su pueblo, prosperidad económica, etc. Y de esta manera, se logró paralizar la Intifada.

Sin embargo, los acuerdos jamás se cumplieron y, por el contrario, la ocupación se profundizó aún más, los asentamientos de colonos ilegales en los territorios ocupados aumentaron de manera acelerada (500 mil colonos), en lugar de disminuir, crecieron y se construyeron otros nuevos, se hicieron enormes carreteras para los asentamientos, que seccionaron completamente el territorio, el agua y fronteras, así como el espacio aéreo estaba bajo el control israelí, la población se empobreció y se desmovilizó. El apoyo internacional de propaganda se reemplazó por el apoyo material para la construcción de infraestructura y aparatos estatales, y de esa forma, Israel volvió a sentirse en la libertad de abusar cuantas veces quisiera, pues los ojos del mundo estaban puestos en las negociaciones y no en la realidad diaria de la población Palestina.

Una vez transcurridos casi 10 años de “paz”, al acercarse la fecha de término al plazo para concretar un acuerdo de paz definitivo y al no haber un avance real hacia el término de la ocupación y el establecimiento de un Estado Palestino independiente y soberano, el descontento fue creciente y se comenzó a gestar el clima para el estallido de otra nueva Intifada.

El 28 de Septiembre de 2000, día de oración para los musulmanes, el líder del partido Likud (derecha israelí) y culpable de la masacre en los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila, durante la invasión al Líbano, Ariel Sharon, “visita” la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén, “acompañado” por 2000 soldados, para guardar su “seguridad”.Esta clara provocación tuvo sus efectos.
La gente que había ido a rezar ese día respondió con lo que tenía a mano: zapatos, piedras, etc. Y los soldados se “defendieron” con balas.

Resultado de eso, varios muertos y heridos dentro de los manifestantes y la chispa necesaria para encender el fuego que se había contenido durante mucho tiempo. Así, ese día estalla la Intifada de Al-Aqsa, que ininterrumpidamente se desarrolla hasta hoy.

En enero del 2001, el país que se autodenomina “la única democracia en Medio Oriente”, elige al criminal de guerra Ariel Sharon como su primer ministro.

Consecuentemente con su lógica genocida por la que se hizo mundialmente reconocido en 1982 luego del asedio a Beirut, Sharon se puso manos a la obra su política de viejo halcón.

Durante todo el año 2001 se intensificaron los “asesinatos selectivos” a dirigentes de movimientos palestinos, incluido el Secretario General del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), Abu Ali Mustafa, cometido en Agosto del 2001, con un misil a su oficina. Además las “incursiones” dentro de territorio palestino se hicieron más frecuentes, así como se hizo más difícil para los palestinos el desplazamiento entre pueblos y ciudades.

En Octubre de ese año, el FPLP ajusticia a Rejavam Ze’evi, un ministro ultraderechista israelí, impulsor de los ataques selectivos en contra de los dirigentes palestinos.

De inmediato, Sharon lanza otra ofensiva y ocupa varias ciudades de Cisjordania, pero más tarde se repliega bajo intensas presiones de EEUU y la Unión Europea.

Luego del atentado del ejército israelí en contra del dirigente de Hamas, Mahmoud Abu Hanoud, se produce otra serie de atentados suicidas en Israel, excusa apropiada para reiniciar otra ofensiva israelí, además de prohibirle al Presidente Arafat salir de la Muqata (Palacio de Gobierno provisional) en Ramallah. Todo esto, para preparar el terreno para lo que vendría: la reocupación de toda Palestina.

Desde ese momento, las reocupaciones y retiradas de diferentes áreas se fueron sucediendo. Y paralelamente a eso, Israel ha contado con el más fiel e incondicional apoyo de EEUU. Bush y sus asesores en todo momento han hecho eco de todos y cada uno de los discursos de Sharon y apoyan de una u otra forma todas sus medidas.

En Febrero del 2002, el ejército israelí comienza a hostigar constantemente los distintos poblados y campamentos de refugiados palestinos, especialmente el campamento de refugiados de Jenin.

A fines de Marzo, con el pretexto de responder a un ataque suicida en Israel, inicia la más extensa e intensa ofensiva dentro de los territorios ocupados, reocupando las áreas bajo la Autoridad Nacional Palestina, acorralando al Presidente Arafat, destruyendo la infraestructura existente (caminos, hospitales, colegios, bancos, ministerios, etc), así como imponiendo toques de queda ininterrumpidos por varios días (incluso semanas), prohibiéndole al personal médico asistir a heridos y enfermos, allanando casas y arrancando de sus hogares a miles de palestinos que aun repletan las cárceles israelíes, y logrando que el setenta por ciento de la población viva bajo la línea de la pobreza. etc.

El mundo puso sus ojos en Palestina, y pese a la prohibición de informar y de los ataques a periodistas, los reportes de prensa llegaban diariamente y de manera constante. Sin embargo, EEUU nuevamente hizo uso de su poder en el Consejo de Seguridad de la ONU para ayudar a Israel frente a la creciente presión mundial.
Y a pesar de ésta, Israel siguió adelante con sus políticas colonilistas con su operación “Muro de Defensa”, cuyas consecuencias vemos hasta el día de hoy (como la confinación del presidente Arafat, la reocupación total de Palestina, la detención de miles de personas bajo condiciones de tortura y malos tratos, etc.)

Sin embargo, el punto culmine se produjo durante la segunda semana de abril: el ejército israelí, al recibir una fiera resistencia desde el campamento de refugiados de Jenín, optó simplemente por arrasarlo. Y literalmente así ocurrió.
En otras partes de Cisjordania y Gaza la situación no fue mucho mejor, y muchos fueron asesinados sin que hayan quedado registrados en las estadísticas “oficiales”.

Los innumerables daños a toda institución palestina, no escapándose siquiera iglesias (como la Basílica de Natividad), bancos (como el Banco de Palestina), ministerios (como el Ministerio de Educación y el de Salud), centros culturales (como el que dirige el poeta palestino Mahmud Darwish o el que dirige el artista palestino Khalil Sakakini), hospitales, ambulancias, medios de comunicación (como la Radio y Televisión Palestina), los miles de muertos (por cada israelí muerto, 4 palestinos han sido asesinados), la figura de los asesinatos selectivos como un nuevo crimen de guerra, el cierre de Jerusalén para la población Palestina y la aparición de nuevos y desesperados elementos de resistencia como las operaciones de carácter suicida contra objetivos israelíes desencadenaron en la comunidad internacional una preocupación especial, ya sea por razones humanitarias o meramente políticas. Esto, debido a la aparición de la ocupación ilegal estadounidense de Irak, por lo que el gobierno imperialista necesitaba establecer la paz en el conflicto en Palestina para mejorar su imagen internacional, como así también poder someter y liquidar a los movimientos de resistencia en el mundo árabe, instando al gobierno palestino a luchar contra las facciones resistentes de su mismo pueblo, como así también iniciar una campaña contra la resistencia libanesa en el sur de dicho país y contra Siria e Irán. En ese contexto nace la Hoja de Ruta.

Nacida al alero del denominado “Cuarteto para Oriente Medio” compuesto por Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y las Naciones Unidas, establece un documento con plazos a seguir subdividido en 3 etapas, las que concluirían con el fin del conflicto palestino – israelí.

La base de este acuerdo radica teóricamente en el principio del “fin del terrorismo palestino”, no escatimando en que la causa de la resistencia y por ende, la Intifada es la ocupación israelí de Cisjordania y Gaza. Determinando con esto 2 primeros pasos que son una cuenta regresiva para la división del pueblo palestino, por establecer que “el gobierno palestino debe buscar, reprimir y encarcelar a todo quien incite a Israel”, sin embargo la ocupación israelí se mantendría durante ese periodo, y solo se pensaría la posibilidad de establecer un “estado palestino provisional” si es que la Autoridad Palestina concluía con ese paso.

Imponiendo el veto a las armas en manos de facciones palestinas independientes de la Autoridad Palestina, pero permitiéndolas en manos de los extremistas colonos sionistas, la Hoja de Ruta no condenaba la ocupación israelí, sin hablar en ningún punto del acuerdo sobre cosas tan básicas como los Puntos de Control Israelíes en suelo palestino.

Es por ello, que el pueblo palestino en la figura de sus organizaciones patrióticas e islámicas junto con su sociedad civil, rechazaron los pasos del acuerdo, viéndose esto claramente reflejado en la salida por renuncia del cargo de primer ministro de Abu Mazen, quien defendía el acuerdo.

El desarrollo de la hoja de ruta se ha visto matizado con la construcción por parte de Israel de un muro de Apartheid dividiendo Cisjordania e Israel internándose varios kilómetros en suelo palestino, aislando aldeas y confiscando tierras agrícolas palestinas ante la complicidad del mencionado cuarteto. Esto sumado a la eliminación y/o detención de líderes palestinos como Marwan Bargouthi por parte de las Fuerzas de Ocupación israelíes han llevado a un callejón sin salida del cual solo se podrá salir cuando se termine con la hipocresía y los problemas se miren de frente con ánimo de superación, algo que la Hoja de ruta estaba lejos de ofrecer.

Una solución verdadera a tantos años de atropellos, debe estar basando en la igualdad de derechos, en la eliminación de la construcción de asentamientos, en la autodeterminación , la soberanía de ambos pueblos y en el derecho del retorno de los refugiados. Solo así se podrá hablar de una paz justa y duradera.

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