El lobby y las organizaciones sionistas manipulan datos sobre Líbano en EEUU
La influencia de las organizaciones sionistas (proclives a Israel) en Estados Unidos tiene una larga data. El gobierno norteamericano destina distintos tipos de subvenciones a Israel que provienen directamente de los bolsillos de los contribuyentes estadounidenses. Además, para nadie es una sorpresa ver a este país alineado con las posturas de Israel, al mismo tiempo que se ha ofrecido en innumerables ocasiones como garante de los procesos de paz. La cercanía entre el sector de la derecha conservadora con el sionismo ha tendido reforzarse desde que estos llegaron al poder con la administración Bush, pero de todas formas el partido demócrata también tiene una importante presencia de militantes sionistas que durante más de 50 años han actuado a favor de la impunidad internacional del Estado Sionista.
Una gran cantidad de organizaciones sionistas mueven, además, los principales medios de prensa y de información, tergiversando la realidad e impidiendo que los ciudadanos se enteren con certeza de que ocurre en Medio Oriente y cual es el rol que su país cumple. Para nadie fue, entonces, una sorpresa que, como indica James Petras, actuando como adjuntas al Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, ni una sola de las 52 organizaciones, que forman la presidencia de la cúpula de organizaciones judías en EE UU, ha alzado una sola voz en público contra la destrucción masiva de hogares, hospitales, oficinas, supermercados, convoyes de refugiados, iglesias y mezquitas, ni contra el asesinato deliberado de civiles, fuerzas de paz de la ONU y trabajadores en misiones de rescate, realizados por medio de bombardeos de precisión israelíes en Líbano.[1]
La magnitud de la operación de enmascaramiento realizada por el lobby judío es mensurable en detalle. El ejército israelí lanzó sobre Líbano cada día durante 27 días 5.000 cohetes, bombas revientabúnkeres de 5 toneladas, y bombas de racimo, así como bombas de fósforo antipersonal, lo que asciende a 135.000 cohetes, bombas y proyectiles de artillería. Durante los últimos siete días de la guerra, Israel lanzó 6.000 bombas y proyectiles por día, es decir, 42.000 en total, lo que sumado a lo anterior supone 177.000 unidades, todo ello concentrado en un territorio densamente poblado de un tamaño equivalente al más pequeño de los Estados Unidos. Por su parte, la resistencia nacional libanesa lanzó 4.000 cohetes durante los 34 días, lo que arroja un promedio de 118 por día. La relación es pues de 44 a 1, para no mencionar las diferencias de tamaño, los efectos letales a largo plazo de los miles de bombas de racimo que no explotaron (casi 50 víctimas, muertos y mutilados) desde el final de las hostilidades), ni la política de tierra calcinada puesta en práctica por Israel en su incursión militar.[2] Los datos respecto a la magnitud del ataque sionista en el Líbano hablan por sí solos, sin embargo, la opinión pública norteamericana no ha podido enterarse, son más bien ha quedado desinformada e ideologizada por una posición pro-israelí.
Como afirma Petras, los activistas del lobby judío han publicado la cifra de 41 civiles israelíes muertos, aunque olvidan mencionar que sólo 23 eran judíos, y los 18 restantes miembros de las minorías árabe musulmana y cristiana, que forman en torno al 20% de la población. La desproporcionada cifra de víctimas árabe-israelíes es el resultado de la política del Gobierno de Israel de proporcionar refugios y sirenas de alarma a los judíos, mientras pasaba por alto las necesidades de seguridad de sus ciudadanos árabes. La proporción de civiles muertos en relación con los soldados fue de 41 a 116, es decir, el 26% del total de víctimas israelíes (pero si sólo tomamos en consideración los israelíes judíos y los miembros del ejército, la proporción fue de 23 a 116, es decir, que el 16% de las víctimas judías fueron civiles.) Es evidente que la resistencia libanesa dirigió la mayor parte de su fuego al ejército israelí invasor. En cambio, en Líbano, de las 1.181 víctimas contabilizadas hasta hoy, 1.088 fueron civiles y sólo 93 combatientes. En otras palabras, el 92% de los muertos libaneses fueron civiles, es decir más de tres veces la proporción de civiles víctimas de la resistencia libanesa, y casi seis veces la proporción de civiles muertos (los únicos que cuentan para la máquina propagandística del lobby). Dicho de una manera más clara y brutal: se han registrado más de 47 víctimas libanesas por cada civil judío-israelí muerto. [3]
Los medios, sin embargo, prefieren ocultar la realidad. Cuando se analiza la publicación Daily Alert, un panfleto propagandista elaborado por el Jerusalem Center for Public Affairs (una agencia propagandista semioficial del Gobierno israelí) para la Conferencia de presidentes de grandes organizaciones judías de EE UU (Conference of Presidents of Major America Jewish Organizations - CPMAJO) es imposible hallar la mínima mención al hecho de que el Estado judío ha estado matando casi diez civiles libaneses por cada combatiente, mientras que la resistencia de Hezbolá ha matado a cuatro veces más soldados israelíes que civiles de esta nacionalidad (judíos y gentiles). Ni un sólo artículo de opinión, editorial o comentario reproducido por Daily Alert, recogido de The Wall Street Journal, The Washington Post, The National Telegraph, The New York Sun, USA Today, The Boston Globe, The New York Times, Haaretz, The Jerusalem Post or The Times británico menc¡ona el hecho de que los tan cacareados bombardeos “de precisión” tuvieron un gran éxito en la matanza de civiles, mientras que las armas mucho menos sofisticadas de los defensores libaneses hicieron blanco principalmente en los miembros del ejército invasor.
Las redes y lobbies judíos consiguieron un apoyo del 98% del Congreso a una resolución de apoyo a la invasión de Líbano por Israel, aún cuando el 54% de los votantes demócratas y el 39% de los republicanos están a favor de una política de neutralidad, opuesta al alineamiento con Israel (Encuesta Times-Bloomberg, 25 julio-1 agosto 2006, publicada en la Jewish Telegraph Agency el 15 agosto 2006). El lobby convenció, presionó y amenazó a la Casa Blanca a fin de prolongar los bombardeos terroristas israelíes. El lobby judío trabaja sin duda “día tras día” para garantizar que Israel pueda hacer su limpieza étnica en Palestina, lanzar bombas de cinco toneladas sobre edificios de apartamentos libaneses, derribar pueblos enteros con bulldozers y aislar a EE UU hasta de sus más cercanos aliados, a expensas del contribuyente estadounidense, de nuestros ideales democráticos y de nuestra soberanía. Y el American Jewish Committee tiene la arrogancia de decir que se trata de un “vínculo mutuamente beneficioso”.[4]
Una gran cantidad de organizaciones sionistas mueven, además, los principales medios de prensa y de información, tergiversando la realidad e impidiendo que los ciudadanos se enteren con certeza de que ocurre en Medio Oriente y cual es el rol que su país cumple. Para nadie fue, entonces, una sorpresa que, como indica James Petras, actuando como adjuntas al Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, ni una sola de las 52 organizaciones, que forman la presidencia de la cúpula de organizaciones judías en EE UU, ha alzado una sola voz en público contra la destrucción masiva de hogares, hospitales, oficinas, supermercados, convoyes de refugiados, iglesias y mezquitas, ni contra el asesinato deliberado de civiles, fuerzas de paz de la ONU y trabajadores en misiones de rescate, realizados por medio de bombardeos de precisión israelíes en Líbano.[1]
La magnitud de la operación de enmascaramiento realizada por el lobby judío es mensurable en detalle. El ejército israelí lanzó sobre Líbano cada día durante 27 días 5.000 cohetes, bombas revientabúnkeres de 5 toneladas, y bombas de racimo, así como bombas de fósforo antipersonal, lo que asciende a 135.000 cohetes, bombas y proyectiles de artillería. Durante los últimos siete días de la guerra, Israel lanzó 6.000 bombas y proyectiles por día, es decir, 42.000 en total, lo que sumado a lo anterior supone 177.000 unidades, todo ello concentrado en un territorio densamente poblado de un tamaño equivalente al más pequeño de los Estados Unidos. Por su parte, la resistencia nacional libanesa lanzó 4.000 cohetes durante los 34 días, lo que arroja un promedio de 118 por día. La relación es pues de 44 a 1, para no mencionar las diferencias de tamaño, los efectos letales a largo plazo de los miles de bombas de racimo que no explotaron (casi 50 víctimas, muertos y mutilados) desde el final de las hostilidades), ni la política de tierra calcinada puesta en práctica por Israel en su incursión militar.[2] Los datos respecto a la magnitud del ataque sionista en el Líbano hablan por sí solos, sin embargo, la opinión pública norteamericana no ha podido enterarse, son más bien ha quedado desinformada e ideologizada por una posición pro-israelí.
Como afirma Petras, los activistas del lobby judío han publicado la cifra de 41 civiles israelíes muertos, aunque olvidan mencionar que sólo 23 eran judíos, y los 18 restantes miembros de las minorías árabe musulmana y cristiana, que forman en torno al 20% de la población. La desproporcionada cifra de víctimas árabe-israelíes es el resultado de la política del Gobierno de Israel de proporcionar refugios y sirenas de alarma a los judíos, mientras pasaba por alto las necesidades de seguridad de sus ciudadanos árabes. La proporción de civiles muertos en relación con los soldados fue de 41 a 116, es decir, el 26% del total de víctimas israelíes (pero si sólo tomamos en consideración los israelíes judíos y los miembros del ejército, la proporción fue de 23 a 116, es decir, que el 16% de las víctimas judías fueron civiles.) Es evidente que la resistencia libanesa dirigió la mayor parte de su fuego al ejército israelí invasor. En cambio, en Líbano, de las 1.181 víctimas contabilizadas hasta hoy, 1.088 fueron civiles y sólo 93 combatientes. En otras palabras, el 92% de los muertos libaneses fueron civiles, es decir más de tres veces la proporción de civiles víctimas de la resistencia libanesa, y casi seis veces la proporción de civiles muertos (los únicos que cuentan para la máquina propagandística del lobby). Dicho de una manera más clara y brutal: se han registrado más de 47 víctimas libanesas por cada civil judío-israelí muerto. [3]
Los medios, sin embargo, prefieren ocultar la realidad. Cuando se analiza la publicación Daily Alert, un panfleto propagandista elaborado por el Jerusalem Center for Public Affairs (una agencia propagandista semioficial del Gobierno israelí) para la Conferencia de presidentes de grandes organizaciones judías de EE UU (Conference of Presidents of Major America Jewish Organizations - CPMAJO) es imposible hallar la mínima mención al hecho de que el Estado judío ha estado matando casi diez civiles libaneses por cada combatiente, mientras que la resistencia de Hezbolá ha matado a cuatro veces más soldados israelíes que civiles de esta nacionalidad (judíos y gentiles). Ni un sólo artículo de opinión, editorial o comentario reproducido por Daily Alert, recogido de The Wall Street Journal, The Washington Post, The National Telegraph, The New York Sun, USA Today, The Boston Globe, The New York Times, Haaretz, The Jerusalem Post or The Times británico menc¡ona el hecho de que los tan cacareados bombardeos “de precisión” tuvieron un gran éxito en la matanza de civiles, mientras que las armas mucho menos sofisticadas de los defensores libaneses hicieron blanco principalmente en los miembros del ejército invasor.
Las redes y lobbies judíos consiguieron un apoyo del 98% del Congreso a una resolución de apoyo a la invasión de Líbano por Israel, aún cuando el 54% de los votantes demócratas y el 39% de los republicanos están a favor de una política de neutralidad, opuesta al alineamiento con Israel (Encuesta Times-Bloomberg, 25 julio-1 agosto 2006, publicada en la Jewish Telegraph Agency el 15 agosto 2006). El lobby convenció, presionó y amenazó a la Casa Blanca a fin de prolongar los bombardeos terroristas israelíes. El lobby judío trabaja sin duda “día tras día” para garantizar que Israel pueda hacer su limpieza étnica en Palestina, lanzar bombas de cinco toneladas sobre edificios de apartamentos libaneses, derribar pueblos enteros con bulldozers y aislar a EE UU hasta de sus más cercanos aliados, a expensas del contribuyente estadounidense, de nuestros ideales democráticos y de nuestra soberanía. Y el American Jewish Committee tiene la arrogancia de decir que se trata de un “vínculo mutuamente beneficioso”.[4]
[1] IARNoticias.com, lunes 4 de septiembre de 2006.
[2] James Petras, El lobby y la invasión israelí de Líbano: sus datos y los nuestros, en Rebelión.org, lunes 4 de septiembre, 2006.
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
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