Wednesday, October 25, 2006

A punto de estallar la tercera Intifada

Khaled Amayreh
Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Mientras los medios occidentales, e incluso alguno árabe, continúan definiendo como “enfrentamiento” la matanza diaria de civiles, activistas y militantes palestinos llevada a cabo por Israel, el ejército ocupante ha intensificado su brutal embestida contra centros de población palestina tanto en la Franja de Gaza como en Cisjordania. En menos de cinco días, las fuerzas de ocupación han asesinado a 29 palestinos, incluidos ocho adolescentes, cinco miembros de la misma familia y una madre de cinco niños. Resultaron además gravemente heridos docenas de civiles, muchos de ellos por las nuevas y letales armas secretas israelíes que destrozan la carne hasta llegar al hueso.

Autoridades médicas palestinas e internacionales han demostrado ya fuera de cualquier duda que Israel está utilizando nuevas y mortíferas armas incluso en áreas densamente pobladas, provocando muerte y mutilaciones en decenas de personas. Fuentes médicas de Gaza han venido hablando de más de 35 amputaciones en menos de dos meses. En el momento en que se estaba editando Al-Ahram Weekly, una gran fuerza israelí, apoyada por tanques y vehículos de tropas blindados, desplegaba su desenfrenada violencia en la pequeña ciudad palestina de Kabatya, al sur de Jenin, la ciudad situada más al norte de Cisjordania. Hasta ahora, se ha informado que han muerto cuatro palestinos, tres de ellos adolescentes, afirmando el ejército israelí que estaban lanzando piedras contra sus tropas.


Como siempre, las fuerzas israelíes comparten el supuesto implícito de que ellos son libres para disparar y matar a los palestinos, incluso a los niños que vean arrojando piedras sobre los jeep del ejército. En el curso de la Intifada de Al Aqsa, cientos de niños y adolescentes palestinos fueron ejecutados extrajudicialmente por lanzar piedras, y no necesariamente sobre o hacia los tanques o jeep israelíes.


En Gaza, el ejército israelí ha estado llevando a cabo incursiones de día y de noche por toda la Franja, bombardeando barriadas civiles, destruyendo casas y matando a sus habitantes indiscriminadamente. Fuentes médicas palestinas informaron que al menos 23 palestinos, en su mayoría civiles inocentes, fueron asesinados en Gaza en un lapso de 48 horas (una media de un palestino muerto cada dos horas). La mayor parte de las muertes se produjeron como consecuencia de los ataques aéreos efectuados con los aviones de combate F-16, que bombardean objetivos sin protección ni defensa, especialmente zonas de viviendas donde civiles inocentes están dormidos.


Esta [pasada] semana, la fuerza aérea israelí bombardeó con misiles tierra-aire varios barrios residenciales en Gaza, incluida la casa de Um Nidal Farhat, una diputada de Gaza, que perdió a sus tres hijos durante la última Intifada. El ejército israelí no ofreció ninguna justificación convincente para bombardear el hogar de Farhat, aparte de aludir al hecho de que ella era seguidora de Hamas. Las fuerzas aéreas israelíes bombardearon y destruyeron recientemente los hogares de varias familias sin más razón que la de que sus propietarios eran seguidores de Hamas.


Esta política manifiestamente criminal –destruir hogares civiles es un crimen de guerra bajo el derecho internacional- es una extensión de las anteriores prácticas israelíes contra los palestinos por las que se dedica a destruir los hogares y negocios de personas supuestamente vinculadas con la resistencia armada.


¿Qué razones explican este aumento de la barbarie israelí? Primera, los oficiales israelíes dicen que quieren aplicar en Gaza “las lecciones aprendidas en la guerra del Líbano” asegurándose de que los palestinos no puedan levantar defensas militares importantes que pudieran dañar al ejército israelí cuando lleva a cabo sus continuas incursiones homicidas contra pueblos y ciudades palestinos. Es decir, Israel quiere asegurarse que la indecente matanza de palestinos le siga resultando tan gratuita como hasta ahora. Las cifras de los últimos tres meses de violencia israelí en Gaza delatan su política: 270 personas muertas y muchas más heridas y mutiladas en la parte palestina, con tan sólo un soldado muerto en la parte israelí.


El Ministro de Defensa Amir Peretz, ansioso de compensar las “deficiencias” en Líbano poniéndose duro con los palestinos, fue citado esta semana por el periódico Haaretz reconociendo que el gobierno israelí había aprobado ya una intensificación de “la guerra contra el terrorismo”, incluyendo el uso de fuerzas aéreas y terrestres. “No aprobaremos la transformación de la Franja de Gaza en un Sur del Líbano. Atacaremos a todo el mundo, sin importar a qué organización pertenezca”, dijo Peretz, desafiando el principio de que los castigos colectivos y los asesinatos extra-judiciales son ilegales bajo el derecho internacional y las leyes que regulan la ocupación.


La segunda razón del aumento de la carnicería israelí, que los medios y portavoces israelíes repiten incesantemente como papagayos, es la de detener el lanzamiento de proyectiles caseros desde Gaza hacia Israel. Esta argumentación, aunque tenga alguna apariencia de sensatez, es engañosa. Esos, en su mayoría, inocuos proyectiles casi nunca causan muertes o daños y no deberían considerarse más que como una desesperada respuesta palestina ante la implacable agresión israelí. ¿Cuántos israelíes han muerto a causa de esos “misiles” durante los tres últimos años? No más de tres, mientras que, durante el mismo período, unos 1.000 palestinos murieron en el curso de las agresiones israelíes de “represalia”.


Una tercera y aparente razón de la actual escalada es intentar localizar el paradero de un soldado israelí capturado por los combatientes de la resistencia hace casi cuatro meses. Israel ha rechazado negociar un intercambio de prisioneros con los palestinos con la esperanza de que el ejército israelí consiguiera encontrar y liberar al soldado, lo que daría también un estímulo moral al gobierno de Ehud Olmert, muy debilitado por la reciente guerra con Hizbollah. Sin embargo, el rechazo igualmente decidido de las facciones de la resistencia palestina a liberar sin condiciones al soldado, como Israel ha estado exigiendo, ha proporcionado a Israel un pretexto muy cómodo para intensificar sus matanzas.


Así es, desde que el soldado fue tomado prisionero el 25 de junio, el ejército israelí ha matado a más de 250 palestinos, civiles inocentes en su inmensa mayoría. Eso además del desenfrenado bombardeo y destrucción de infraestructura civil en Gaza, incluidos puentes, colegios, calles, edificios gubernamentales, barrios residenciales y la única central eléctrica de Gaza. A pesar del soldado capturado, está claro que la principal fuerza motriz tras la escalada de la agresión israelí es destruir, o al menos debilitar seriamente, el gobierno dirigido por Hamas por rechazar rendirse ante Israel.


Al bombardear repetidamente la sede del Primer Ministro palestino, del Ministerio del Interior, y al detener también en masa a los ministros del gobierno palestino y a los diputados en Cisjordania, Israel ha demostrado que su gran prioridad es destruir o paralizar el gobierno palestino.


Actualmente hay informes de que Israel está planeando asesinar a los funcionarios del gobierno, incluido el Ministro del Interior Said Siyam. El Primer Ministro Ismail Haniyeh ha sido terminante: “Han sido capaces de llevar a cabo todas las acciones imaginables de inhumanidad y crueldad, incluso dejar morir de hambre a nuestro pueblo y provocar la división en nuestras filas, pero han fracasado al intentar derribar a nuestro gobierno. Ahora están incrementando su agresión criminal para lograr que este gobierno se venga abajo e instalar otro que se doblegue ante su agenda política”.


Israel parece confiar en que, en caso de no conseguir derribar al gobierno de Hamas, sus políticas al menos provoquen la guerra civil entre Fatah y Hamas. Es una equivocación. Efectivamente, cada vez está más claro que el intensificado conflicto inter-palestino evolucionará pronto hacia una nueva Intifada contra Israel. Tanto Hamas como Fatah son conscientes de que sólo pueden conservar el apoyo de sus bases mediante la lucha contra los ocupantes israelíes, causa y raíz de la miseria y sufrimientos palestinos.


De ahora en adelante, cualquier intensificación de la agresión israelí en Gaza y Cisjordania podría bien provocar el resurgimiento de la Intifada de Al Aqsa o incluso el estallido de un nuevo tipo de Intifada, caracterizada, al menos en parte, por una violencia similar a la de Al-Qaeda. Incluso organizaciones como Hamas y la Yihad Islámica parecerían moderadas comparadas con lo que podría entonces surgir.


Texto original en inglés:

http://weekly.ahram.org.eg/2006/817/re51.htm



Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=40009

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