Monday, October 02, 2006

Congreso norteamericano hace un nuevo regalo a los lobbíes sionistas aprobando una ley extremista

Cuando acaba de comenzar la frenética cuenta atrás para las determinantes elecciones a los 435 escaños del congreso norteamericano, se inicia también una competencia feroz para conseguir del grupo sionista IPEC los 450 millones de dólares necesarios para la publicidad electoral.
La mayor parte de los congresistas actuales, que son candidatos también para los próximos comicios, trabajan a la desesperación para hacer todo lo posible para meterse en el bolsillo a este reducido pero muy influyente lobby sionista y poder de esta manera sufragar parte de los elevados gastos a los que asciende una campaña electoral.

La apresurada aprobación de una serie de proyectos de ley que les gustan a los sionistas y al grupo IPEC es un botón de muestra de la encarnizada competencia existente entre los congresistas estadounidenses por conseguir de dicho grupo con la mayor parte de los 450 millones de dólares necesarios.

Así las cosas, estos congresistas aprobaron ayer jueves una ley contra Irán, que el IPEC había estado empecinado que se aprobase durante estos últimos meses, una ley de la que incluso la Administración Bush ha mostrado su desacuerdo.
Esta ley, que de alguna manera acentúa las actuales sanciones que Washington tiene levantadas contra Irán, debe ser ratificada por el Senado para luego pasar el presidente Bus, que será quien decidirá si se aplica o se archiva.

Algunos congresistas, que miran más por los intereses de su propio país que por los de los sionistas, no han ocultado tampoco su desacuerdo por este proyecto de ley.
UN congresista demócrata por Oregón, ha manifestado que esta ley es como “el disparo de un misil contra unos esfuerzos diplomáticos que han llegado a una fase delicada”, agregando que ellos “han elegido el peor momento para sacar a colación dicho proyecto de ley.” El pasado mes de abril el Congreso norteamericano aprobó también una ley similar, que chocó con la oposición del mismo Gobierno y que posteriormente no fue ratificada por el Senado, que alegó falta de flexibilidad para llegar a unos acuerdos diplomáticos en torno al programa iraní de enriquecimiento de uranio.

El próximo 7 de noviembre se celebrarán en Estados Unidos las elecciones para los 435 escaños del Congreso, 33 ó 34 de los 100 escaños del Senado y 36 puestos de gobernador de los 50 estados que componen este país.[1]

El caso argentino

Aunque la política de Israel es impresentable a los ojos de la comunidad internacional, más luego de su invasión al Líbano, el lobby que expresa sus intereses en el mundo se las compone para presionar a los gobiernos. El argentino es uno de los más concesivos.

La comitiva presidencial argentina de 44 personas a la Asamblea General de la ONU tuvo en su agenda discursos en ese ámbito y reuniones del presidente con inversores y funcionarios estadounidenses. La senadora Cristina de Kirchner tuvo sus actividades en Nueva York, sin dejar de cultivar su afición por ir de shopping: dio una charla ante estudiantes de la Universidad de Columbia y recibió a entidades judías.

En el primer caso la senadora tenía un auditorio muy seleccionado pues había apenas cien estudiantes de Ciencias Políticas, ante quienes definió la esencia del gobierno nacional dentro de “la lógica capitalista” como algo “absolutamente razonable”. También acotó que debía ser complicado ver a un progresista tocar la campana en la Bolsa de Nueva York. Pretendía ironizar sobre las personas de mentalidad conservadora que no comprenden cómo ese recinto daba una oportunidad a un “heterodoxo” con las leyes del mercado, pero sonó más irónica aún con los progresistas que sienten escozor por la foto en Wall Street con la bandera de barras y estrellas.

La segunda audiencia, con el lobby judío, tenía mucho que ver con lo dicho en Columbia y las reuniones de su marido con los inversores y miembros del Council of Americas. Se sabe el peso financiero de la colectividad israelita en Nueva York y desde esa plaza en el resto del mundo. Héctor Timerman es el cónsul en esa ciudad y organizó el encuentro de varias organizaciones que representan ese capital y esa religión con la “Primera Dama” y el canciller Jorge Taiana. La reunión se hizo en el Four Seasons donde los enviados especiales dijeron que la suite presidencial había costado 15.000 dólares por noche. Hasta allí llegaron Abraham Foxman, director nacional de la Liga Antidifamación de Estados Unidos (ADL, sigla en inglés); el rabino Israel Singer, presidente del Consejo Político del Comité Judío Mundial; Daniel Mariaschin, vicepresidente de la B´nai B´rith y representantes de la Conferencia de Presidentes de Grandes Organizaciones Judías y de la Federación UJA.

De esa entrevista surgieron pocos datos oficiales porque la parte argentina no hizo declaraciones y de los visitantes sólo Singer dijo unas palabras. Pero los trascendidos permitieron reconstruir la reunión, donde el lobby pro israelita reclamó por la supuesta existencia de “un pico antisemita en la Argentina”. Ante la postura de la señora de Kirchner y Taiana, que no compartieron esa teoría del rebrote, su contraparte les reclamó hablar más con los dirigentes de la Daia y la Amia en Buenos Aires. Fue como decirles, “ustedes, del gobierno, están desinformados y esas dos entidades los van a poner al tanto de la realidad”.
Presión sobre Argentina

Las organizaciones neoyorquinas dejaron ver el motivo central de su campaña, pues no solamente deploraron pintadas agresivas en Belgrano y la facultad de Filosofía y Letras de la UBA, sino que también aseguraron que se estaba demonizando a Israel por su guerra en El Líbano.

Los hombres de kipá estaban mezclando peras con tomates. Una cosa son los “skin heads” de Cabildo y Juramento que pintan con aerosol cruces esvásticas, algo totalmente repudiable, y otra muy diferente son millones de argentinos, incluyendo personas de confesión judía, repudiando la demolición y genocidio que las autoridades de Tel Aviv hicieron en Beirut y otras ciudades libanesas.

Singer y demás acompañantes estaban defendiendo lo indefendible.
Más aún, esos delegados aprovecharon la entrevista con la senadora y el canciller argentino para cuestionarles su política exterior. Criticaron a un aliado como Hugo Chávez por su cercanía política y comercial con Irán, al que Israel considera –siguiendo a George Bush- un blanco a destruir en medio de falsas acusaciones de que exporta el terrorismo y está lanzado a una carrera nuclear.

La respuesta de la señora de Kirchner habría sido más digna que la posterior de su marido una vez que supo del diálogo. Ella les contestó: “Argentina no deja que le elijan los amigos”. El presidente, en cambio, si bien ratificó su amistad con Chávez, habría alegado, a la defensiva: “¿qué tenemos que ver nosotros con Irán si no le compramos ni vendemos ni un peso?”.
Otro de los tópicos meneados por la delegación israelita fue la actitud del grupo Quebracho en la embajada de Irán, el 23 de agosto último, impidiendo una marcha de la juventud judía contra esa sede. La senadora dio la razón a los manifestantes sionistas, como parte de una política de compensaciones al lobby financiero y diplomático. Pero lo sucedido ese día no demostró ningún rebrote antisemita: los sionistas querían repudiar a Irán y reivindicar el genocidio de Ehud Omert en El Líbano, y un sector argentino no quiso que la embajada de Teherán fuera escrachada. ¿Dónde está el delito?

Es cierto que en nuestro territorio hubo en 1992 y 1994 atentados contra la embajada de Israel y la mutual Amia. Esos crímenes no están esclarecidos pero Israel acusa a Irán e Hizbollah.
Condenar esos atentados terroristas está perfecto. Pero no se pueden invocar cosas menores para inventar el “rebrote antisemita” como hace la página de la Daia. Allí denuncia cosas menores como ésta: “21-02-06: Discriminación a miembros de la comunidad. Un grupo de jóvenes que se dirigían hacia Israel en un vuelo de Iberia en la cual contratan comida Kosher, han vivido una situación de discriminación por parte de una de las azafatas que les dijo: ´sólo tengo 2 menúes kosher así que como buenos judíos que son repártanse la comida´”.

¿Y la embajada?

Una parte de la comunidad israelita de Argentina no está muy bien parada para cuestionar los atentados mencionados. Es que, además de defender lo actuado por Omert en El Líbano y Gaza, se vio representada en los ´90 por el banquero Rubén Beraja, dueño del vaciado Banco Mayo y estrecho aliado de Carlos Menem y su ministro del Interior Carlos Corach.

Estas no son cosas del pasado. Días atrás el juez federal Ariel Lijo procesó a Beraja por su ocultamiento del pago de 400.000 dólares al reducidor de autos Carlos Telleldín para que incriminara a policías bonaerenses en el atentado a la Amia. El sucesor de Beraja al frente de la Daia, Jorge Kirszenbaum, emitió el 21/9 un comunicado donde se afirmaba: “Consideramos que el procesamiento a Beraja alcanza a toda la comunidad judía”.

Lejos de quejarse de un rebrote inexistente, los dirigentes israelitas deberían admitir que el kirchnerismo tiene con ellos una relación privilegiada desde que en 2004 el jefe de Estado recibió en Nueva York una condecoración del American Jewish Committee. A fines de 2005 Taiana firmó en Montevideo, junto a sus colegas del Mercosur y un funcionario israelí, el preacuerdo de un Tratado de Libre Comercio con Israel. Eso estuvo a punto de materializarse en la cumbre mercosuriana de julio de 2006 en Córdoba y se arruinó por los bombardeos contra Beirut.

El 18 de julio, casi una semana después de comenzada esa agresión, Kirchner recibió en la Casa Rosada a los dirigentes del Congreso Judío Mundial encabezados por su titular, Edgar Bronfman y el mencionado rabino Israel Singer, acompañados por Kirszenbaum (Daia) y Luis Grynwald (Amia). El vicepresidente Daniel Scioli habló en la cena de honor a Bronfman en el Alvear Hotel.

¿Cuándo el gobierno argentino ha tenido un gesto equivalente con los palestinos o iraníes? Nunca. Recordemos que en 2005 Cristina de Kirchner viajó a Israel y fue recibida sucesivamente por las principales figuras del gobierno, entre ellas Ariel Sharon, quienes la presionaron para que nuestro país no abriera un consulado en Ramallah.

De hecho esa injerencia inaudita en nuestra política exterior sigue vigente. No hay consulado ni embajada argentina en Palestina y el embajador Atilio Molteni, ante Israel, sólo se ocupa en algunos ratos libres de los asuntos relativos a Palestina. Eso cuando Olmert se lo permite, teniendo en cuenta el sistemático cierre de fronteras y acciones de guerra israelitas contra sus vecinos. ¿Y la embajada argentina en Palestina, para cuándo?[2]

[1] Agencia de Noticias IRNA, 29 de septiembre, 2006.
[2] Fuente: ArgenPress de Argentina, 26 de septiembre, 2006.

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