Thursday, August 24, 2006

La derrota, la crisis y los "chivos expiatorios" en Israel, según Le Monde

La historia nos muestra una seguidilla de guerras entre Israel y los países vecinos a él. En la gran mayoría (podríamos exceptuar la Guerra de 1973 con Egipto) Israel ha salido no sólo victorioso, sino que ha invadido y conquistado importantes fracciones de territorio a los países colindantes. En 1948 conquistó el 82% de Palestina, en 1967 el país completo más Los Altos del Golán de Siria y la Península del SINAB de Egipto. Para 1973 devolvió el SINAB, pero en 1982 invadió el Líbano, país que hasta el día de hoy no puede librarse de la invasión sionista.

Por esto, hoy nos llama tanto la atención que un movimiento organizado bajo el sistema de guerrillas haya puesto en jaque a una de las más importantes potencias bélicas del mundo. Hezbollah ha logrado defender a su país de más muerte y horror del que ya ha infringido Israel al Líbano, pero también complicó las aspiraciones sionistas en la zona y hoy en el propio Estado de Israel se está haciendo un mea culpa. Lamentablemente, este lamento no guarda relación con las muertes causadas por el Ejército, sino más bien con el fracaso militar de sus operaciones y con la ineficiencia demostrada por sus altos mandos. El Diario Le Monde de Francia ha llevado a cabo una recopilación de datos a este respecto.

La creación de una comisión de investigación parlamentaria fue anunciada el miércoles 16 de agosto. Según una encuesta publicada por el diario Yediot Aharonot, sólo un 30% de los Israelíes consideran que su país ganó esta guerra. La dimisión del Ministro de Defensa, el laborista Amir Péretz, es deseada por un 57% de los consultados, y la del jefe de Estado Mayor, el general Dan Haloutz, por un 42%. En el país se multiplican los relatos de reservistas que cuentan cómo los han dejado “abandonados”, a veces en una desorganización incompatible con la imagen del Tsahal. Pero más allá de cuestionamientos personales, domina un sentimiento de fracaso.

Las preguntas se suman. ¿Cuáles eran los objetivos de esta guerra? ¿Eran realistas? ¿Por qué, a pesar de las embestidas constantes del Estado Mayor, el Hezbolláh pudo lanzar un promedio de más de 100 cohetes al día, y además, hasta el final? ¿Por qué haber lanzado una ofensiva terrestre dentro de las horas que precedieron un alto el fuego que se sabía adquirido? Ésta ofensiva no tenía ninguna oportunidad de lograr su objetivo (controlar las orillas del río Litani) y resultó la más costosa en vidas israelíes de toda la guerra. Finalmente, ¿por qué, en la retirada, la defensa pasiva estaba tan mal preparada?

Altos grados de las armas expresan - anónimamente - severas críticas contra su jefe. El miércoles, Haaretz titulaba su editorial: “En primer lugar, Haloutz debe irse”. Por la tarde, el jefe de Estado Mayor emprendía la contraofensiva, acusaba “al nivel político” de haber retrasado en cuarenta y ocho horas el despliegue de las tropas en el terreno, y de esta forma de conducir a una intervención precipitada. El Gobierno cargaría pues, a su modo de ver, una responsabilidad de los daños humanos en las últimas horas de la guerra.

“La opinión pública está frustrada legítimamente, considera Dan Yatom, un antiguo jefe del Mossad. Les anunciaron objetivos virtuales, y les creyeron. Israel iba a ’cambiar el mapa político del Líbano’, ’a erradicar a Hezbollah’, lo que no habíamos logrado hacer en dieciocho años de ocupación” (del Líbano meridional, 1982-2000).

Yaguil Lévy, un sociólogo especialista de Tsahal, pronostica “muy fuertes tensiones futuras entre militares y políticos”. Esta guerra, a su modo de ver, fue el resultado de un “putsch voluntario”: “El Estado Mayor propuso objetivos irrealistas sin los medios para alcanzarlos, ni un escenario de salida de la guerra. El problema es que no tuvo que ejercer presión sobre el Gobierno: este último aceptó con entusiasmo. El ejército se acostumbró a beneficiarse en casa de un crédito ilimitado. Ahora, los militares serán mucho más suspicaces, exigirán de los políticos la garantía de estar cubiertos. Pero el Gobierno pedirá controlar al ejército mucho más de cerca.”

“Vivimos un terremoto. La opinión pública perdió la confianza en la capacidad de los dirigentes para definir sus objetivos; o peor todavía, para tomar buenas decisiones”, declaraba, el miércoles, el almirante Ami Ayalon, ex jefe de los servicios de información interiores (Shin Beth). En Israel, los debates y su cortejo de acusaciones generales sobre las responsabilidades en el “fracaso” de la nueva guerra en el Líbano no hacen más que comenzar".[1]

[1] Fuente: IAR Noticias.com, 24 de agosto, 2006.

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